A finales de Noviembre del 2.020 tuve que ir a cuidar a mis nietos.
Desde Marzo nos habíamos visto tres veces, sin embargo a la distancia acompañé sus procesos educativos.
En este mes, que volvían a los encuentros presenciales en la escuela en forma de “burbujas”, se me ocurrió preguntar acerca de algunas dudas que tenía:
¿Van a ir con mochila?,
¿Asisten con uniforme?.
Ante estas preguntas, Violeta de 7 años me respondió:
“Es todo igual que antes, sólo que más aburrido abuela”.
Debo confesar que me quedé desconcertada ante aquella respuesta. Me animé a indagar por qué. Ella no demoró en agregar: “¿sabes lo que es ir a un lugar aburrido, aunque estén algunos compañeros y la maestra?”
Aquellas expresiones de Violeta fueron para mí un antes y un después, porque desde ese día hasta hoy sigo con inquietud preguntándome cómo será la vuelta a clases en Febrero ó Marzo del 2.021
Necesariamente todo involucró a la familia, como nunca.
Estas reflexiones me llevaron a cambiar la mirada y cuestionarme si en realidad eso de la “burbuja” no era anterior. Me refiero a que, quizás el Covid vino a romper con esa rutina NO CUESTIONADA que día tras día llevábamos adelante como docentes, alumnos y padres.
Desde la pandemia se terminaron las carreras contra el reloj, los remoloneos y llantos a la mañana, los padres quedaron más tiempo en sus casas, hubo que organizarse distinto.
La escuela irrumpió la intimidad de los hogares, las cocinas se convirtieron en Laboratorios, la lectura fue vehículo para aprender recetas y no solo cuentos, hubo que saber de matemáticas para poner la mesa o repartir las milanesas, trabajar en equipo fue esencial para organizarse en casa.
Los hermanos mayores se convirtieron en coach de los más pequeños, hasta algunos hicieron huertas familiares, despertando curiosidad por los alimentos.
La maravilla de las actividades artísticas, pinturas, collages, esculturas, modelados, construcciones, danzas, disfraces, dramatización y canto tiñeron de arte todo el año.
El famoso COVID también rompió la burbuja del individualismo y dejó al descubierto que no todos vivieron las mismas posibilidades.
Algunos podían conectarse a internet mientras que otros se negaban o no tenían ni siquiera la posibilidad remota de hacerlo.
Algunos carecían incluso de alimento diario.
Y si nos adentramos en cada hogar hay más: algunos sufrieron pérdidas de abuelos o familiares cercanos, otros se desgarraron ante situaciones de violencia y divorcios, angustias, desinterés, entusiasmo etc.
Sin embargo, yo creo que todos, absolutamente todos, descubrimos la infinidad de secretos que guardamos en nuestro interior.
Entonces…
¿Cómo será el re-encuentro en las aulas?
¿Cómo hacer para que no sea igual, ni más aburrido?
Creo que los maestros tendremos una inquietud común, cualquiera sea nuestra cultura. Indagar de aquí en más y en forma permanente las posibilidades de cada uno y la intención de darle un sentido más humano a la profesión, ahondar, bucear en las posibilidades y potencialidades del ser humano supone encontrarle sentido a nuestra tarea de educar.
Como docentes ahora, estamos obligados a mirar, aunque no queramos, nuestro trabajo de otra manera.
Quizá sea un exceso para el cual no estamos preparados o dispuestos, porque supone multiplicar miradas y a la vez girar el ojo hacia uno mismo (aunque sea difícil).
Sin embargo, estamos obligados a reflexionar sobre nuestras prácticas pedagógicas y dejar de omitir o evitar abordar las emociones y los sentimientos. Ya no podemos postergarlo o acotarlo solo a los “emergentes”.
Honestamente creo que si queremos construir un mundo mejor, o ser protagonistas de este cambio social, tenemos que pensar en un desarrollo tanto individual como colectivo, y asumir que no solo somos los que imparten conocimientos, sino que ¡SOMOS MAESTROS! y que nuestros alumnos recuerden nuestros nombre no por lo que supimos instruir sino imprimir en su formación como persona integral.
Para ello hay que necesitar como profesionales participar del cambio y a la vez vivirlo como un desafío vital.
Autora: Prof. Graciela Meregalli
>> Algunas claves a considear para volver a la presencialidad.
Además de estas reflexiones iniciales, quisiera compartir los aportes de Unicef a fin de sumar algunas orientaciones en torno a este regreso a clases.
“Reconocer la diversidad de estas vivencias, darles lugar en nuestra comprensión de lo que significa ser una comunidad educativa resulta fundamental a la hora de diseñar estrategias de reencuentro. Más aún, reconocer esta diversidad de vivencias y experiencias es crucial a la hora de comenzar a preparar a nuestros equipos docentes: ellos también han cambiado.
Diseñar estrategias que favorezcan la comunicación y la elaboración de las emociones que provoca el regreso a clases.
A la hora de recuperar las emociones en la planeación del reencuentro, podemos pensar en un antes, un durante y un después de volver a las aulas.
El antes involucra recuperar todo lo que el equipo docente y los equipos de orientación saben y conocen acerca de la situación de las y los estudiantes. El antes también involucra anticipar a la comunidad escolar cómo y de qué manera las y los esperamos, no solo explicando protocolos de cuidado y seguridad, sino también invitando a las y los estudiantes y a sus familias a reencontrarnos en el afecto y las emociones.”
(El reencuentro en la vuelta a las clases presenciales 5 desafíos, 5 propuestas. Unicef)
Prof. Graciela Meregalli
Cuenta con 30 años de experiencia en la docencia en el nivel inicial en la Provincia de Buenos Aires, en la que se ha desempeñado como Maestra de sección y Directora con sala a cargo. Destacándose por los proyectos innovadores, siendo el único jardín de la provincia de Buenos Aires con actividades extra curriculares. Diplomada en Educación Emocional, Yomu couch. Vice directora ejecutiva de Embajadores de la Fundación Educación Emocional.